Una aproximación lúdica al fomento del autocontrol en las nuevas generaciones de las empresas familiares.
Durante los años 70 del siglo XX, el psicólogo Walter Mischel condujo un experimento, que se hizo muy popular. El mismo consistía en dejar a un niño en un cuarto por unos minutos, sin supervisión adulta. Al niño se le dejaba frente a una mesa donde se encontraba un apetitoso cupcake. Y se le indicaba que si no se lo comía, le recompensarían con dos.
Esencialmente hubo dos respuestas. Hubo niños que al instante de salir el adulto del recinto, se abalanzaba hacia el cupcake para devorarlo si miramiento alguno. Y la otra tendencia era la de niños que recurrían a ni y un técnicas para evitar caer en la tentación. Algunos hasta evitaba el contacto visual con la golosina para evitar la tentación.
Estos niños que participaron del experimento, fueron seguidos durante décadas por los experimentadores, para ver si el pertenecer a una tendencia u otra, tenia algún impacto en sus vidas. Siguieron con ahínco la evolución tanto de los que engulleron los cupcakes como de aquellos que no lo hicieron, y ahí se dieron cuenta de algo asombroso.
Los niños que lograron vencer la tentación de comerse la golosina, mostraron ser mucho mas exitosos, a lo largo delos años, que sus pares impacientes. En todo ámbito, una y otra vez los que mostraron mayor autocontrol, tuvieron mejores resultados familiares, económicos, de salud y profesionales, que aquellos niños que sucumbieron a la tentación.
La conclusión del experimento del cupcake, si bien deja claro que a mayor autocontrol, mayor éxito. Igualmente aporta la conclusión de que aquellos niños, con menor capacidad de controlarse ante esa tentación bien pudiera estar encaminados hacia un futuro signado por un pobre desarrollo académico y profesional, relaciones de pareja destinadas a fracaso, nulas posibilidades de éxito económico, entre otros tristes escenarios. Desde la óptica del experimentador el simplemente quiso comprobar su hipótesis. Pero la perspectiva de cualquier padre que conozca de este experimento, le inducirá una gran curiosidad saber si sus hijos pueden o no autocontrolarse, pues este experimento sugiere que es un importante indicador de fracaso o éxito futuro. Y la regla general es que todo padre y madre quiere la mayor felicidad y éxito para sus descendientes.
Es por esto que creamos el GUMMY BEAR GAME. Este básicamente es una herramienta de enseñanza de autocontrol y discernimiento, disfrazado de juego, para niños y niñas pequeños. El juego consiste en (i) identificar alguna golosina que le guste mucho al infante. Preferiblemente alguna que venga en grandes números. En nuestro caso utilizamos, gomitas acidas que eran de la predilección de mis hijas (esas dos hermosísimas niñas que aparecen en la fotografía al comienzo del artículo). Una vez identificada la golosina, se les asignó una “mesada” diaria en gomitas. En su caso se les asignó 02 gomitas diarias a cada una. Ellas tenían la opción de comer sus gomitas, o podían irlas ahorrando, con el fin de acumularas e intercambiarlas por una serie de premios, que se exhibían en una pizarra acrílica, y done se encontraban un decena de otras opciones mas deliciosas aun. 4 gomitas por un chocolate en barra. 8 gomitas por una caja pequeña de pirulín, y así iba ascendiendo hasta un pote de Nutella gigante. Al principio debe decir que una ahorraba con más facilidad que a otra, lo que causaba gran preocupación, visto los hallazgos de Mischell, sin embargo se comenzaron a implementar el pago de intereses sobre lo ahorrado, haciendo que fuera as atractivo el ahorrar para después poder “comprar” las diversas y atractivas opciones que se mostraba en ala pizarra.
Los beneficios del juego fueron múltiples. En primer lugar comprendieron a instante el concepto del ahorro. Y como consecuencia, del autocontrol en virtud de una meta mayor. Comprendieron el concepto de los intereses, como incentivo del ahorro. Aprendieron a discernir que era lo mejor entre las opciones, pues habían algunas de estas, que no eran en realidad tan buenas, pero sólo podían darse cuenta una vez habiendo cometido e error. Igualmente comprendieron que error es solo un peldaño en la escalera de aprendizaje, y al final del día, gracias al ahorro y sus metas altas, el consumo de azúcar disminuyó durante el proceso.
En resumen, los padres tenemos la obligación de hacer todo lo que este a nuestro alance por que nuestros hijos tengan la mayor cantidad de oportunidades posibles, para desarrollarse plenamente, y sólo siendo realistas, y sabiendo identificar las áreas de mejora de nuestros hijos podremos ayudarles a ser cada vez mejores.
Carlos González-Cassis
CEO & Founder de www.familysapiens.com